Cuando cumplí 10 años mi mamá se embarazó de mi primer hermano y yo estaba muy emocionada por la llegada de este nuevo miembro de la familia. Pero lamentablemente días después del parto de mi hermanito mi mamá comenzó a sentirse mal y a enfermarse un poco (no te preocupes que esto no es una historia triste, pero tengo que ponerte en contexto).

Bien resulta que mi mamá estaba tan enferma que no podía cuidar de nosotros por lo que tuvimos que mudarnos rápidamente y de forma temporal a casa de mi tía, ella era ama de casa y podía cuidar de todos mientras mi mamá se recuperaba poco a poco.

Pero la recuperación tomó un poco más de tiempo de lo esperado por lo que estuvimos aproximadamente dos años y medio en el lugar. Para ese entonces mi adorable hermano ya había comenzado a hablar, decía: mamá, agua, hermana y muchas otras palabras que aprendía de vez en cuando.

Como era mi tía la que cuidaba de nosotros a veces le decíamos a mi hermano: ve para la cocina y dile a tu tía que te dé agua, pídele a tu tía que te dé galleta, tu tía tiene más pastel y cosas así.

Hubo una semana donde cada vez que el niño iba al cuarto de mi tía y le decía algo esta terminaba riéndose, y esto se volvió una costumbre por lo que me dio mucha curiosidad y decidí escuchar lo que él le estaba diciendo para poder comprender lo que le resultaba tan gracioso.

Como ya sabíamos que cuando él iba al encuentro con mi tía terminaban los dos riéndose estaba pensando en algo para que fuera hasta allá y poderlo escuchar en secreto para adivinar que le estaba diciendo.

Fue entonces que se me ocurrió decirle: Hermano, ve a la cocina y dile a tu tía que por favor te dé un poco de agua. Solo quería ver su reacción y mientras caminaba a su destino lo perseguí sin parar.

Él tardó unos segundos en procesar la información y luego lo animé a salir de la habitación. Se dirigió directo a la cocina donde estaba mi tía y le dijo: “Tutía name agua”.

Resulta que todo ese tiempo pensó que el nombre real de esta persona era Tutía. Hasta el día de hoy nos burlamos de él cada vez que comete un error diciéndole que si creía eso, cualquier cosa era posible.