Lola era una niña de nueve años con una imaginación muy activa, intensa y realmente creativa. Siempre soñaba con aventuras, pero jamás imaginó que un día su mayor deseo se volvería una realidad. Todo comenzó cuando su abuelo le regaló una bicicleta muy original para su cumpleaños. -Es una bicicleta especial- le dijo con una sonrisa traviesa. Pero Lola pensó que era una broma pues parecía una bicicleta normal y corriente, como la de sus amigos.
El primer día que la usó, todo fue bastante normal. Lola recorrió su vecindario, saludó a sus amigos y regresó a casa sin ningún problema, no sin antes pasar por la dulcería local. Pero al día siguiente, cuando iba pedaleando por el parque, algo raro sucedió. Sintió un leve temblor en los pedales y ¡De repente! la bicicleta comenzó a elevarse del suelo. Al principio, Lola pensó que estaba soñando, pero cuando vio que estaba a unos metros del suelo, se dio cuenta de que era muy real – Mi bicicleta está volando – gritó.
Lola no cabía en sí de la emoción. ¡Era increíble! Podía ver todo desde las alturas: las casas, los árboles, las personas que caminaban por el parque – ¡Era como si tuviera alas! – se dijo así misma. Así que decidió aprovechar su nueva habilidad y comenzó a explorar su ciudad desde el cielo. Voló sobre la escuela, el río y hasta pasó cerca del edificio de oficinas donde trabajaba su papá.
Pero después de un rato, empezó a sentir un pequeño problema ¡No sabía cómo bajar! Lola comenzó a pedalear más lento, intentando descender, pero la bicicleta seguía flotando. Probó frenar, pero en lugar de parar, la bicicleta seguía planeando en círculos. El miedo comenzó a invadirla -Voy a quedarme volando para siempre- pensó, preocupada.
Justo cuando estaba a punto de entrar en pánico, recordó lo que su abuelo le había dicho -Es especial-. Tal vez, solo tal vez, había una forma secreta de controlar la bicicleta. -Piénsalo, Lola- se dijo a sí misma – ¿Qué haría el abuelo? -. Entonces se le ocurrió una idea. Soltó los pedales por un segundo, levantó las manos al cielo y, para su sorpresa, la bicicleta comenzó a descender despacio.
Respirando aliviada, Lola aterrizó suavemente en un campo de beisbol. A pesar del susto, no pudo evitar sonreír. ¡Había volado! Era lo más emocionante que le había pasado en su vida. Sabía que debía volver a casa, y como ya aprendió a conducir su bicicleta voladora, la tentación de regresar volando era grande.
Decidió que mantendría su secreto por un tiempo, disfrutando de pequeñas aventuras por el cielo sin que nadie lo supiera. Y aunque al principio tenía miedo de perder el control, pronto aprendió a dominar su bicicleta voladora como una verdadera experta.
Desde entonces, Lola vivió las aventuras más increíbles, y cada vez que pasaba por el parque, sus amigos no podían evitar preguntarse por qué siempre tenía una sonrisa tan grande en su cara. Pero su secreto, seguía guardado para sí misma.
Deja un comentario